viernes, 15 de julio de 2011

A veces veo en el espejo a un tipo tan soberbio, asqueroso y frío que me dan ganas de partirle la cara. A veces lo hago.




Los martes son bonitos, recién ahí empieza la semana realmente; a pesar de que  no se charla ya mucho sobre lo que pasó el fin de semana, se empiezan a ver todas las consecuencias y a aclarar errores o hechos confusos o inconclusos.


Los miércoles son un poco de paso, siempre es bueno tener obligaciones un miércoles, se hacen ligeros y uno apenas nota que pasaron, además al ser en la mitad de la semana son esperanzadores: "sólo 2 días más..."


Los jueves me encantan. Uno empieza a pensar en lo que hará en el fin de semana, pero con más anticipación que los viernes, hay más planteamiento y tiempo para sopesar los tiempos previamente (?)
Además los viernes me ponen nerviosito, no sé por qué.


Chau análisis programado del antivirus, ni pelota (?)


Los sábados son hermosos.




Los domingos también, sobre todo si los paso con vos tanto como los sábados (:






Los lunes no deberían existir; deberíamos estar todos en piloto automático los lunes, cumplir e irnos a dormir, y punto.








Este niño se va a dormir con un fin de semana en el que espera reencontrarse con amistades, pasar el rato con otras nunca perdidas, ir al cine y amar y ser amado.


Suerte en sus cosas, que yo en las mías al menos creo que tengo toda la que me merezco!

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